Un joven estaba manipulando fuegos artificiales sin la precaución necesaria, buscando impresionar a sus amigos. En su afán por encender un petardo, el explosivo se activó antes de lo previsto. La explosión fue tan violenta que le destrozó varios dedos de la mano derecha. Lo que comenzó como un momento de diversión y emoción, terminó en un trágico accidente que le cambiará la vida para siempre. Esta tragedia es un recordatorio de los peligros de manejar fuegos artificiales sin la supervisión adecuada y de la importancia de tomar medidas de seguridad para evitar consecuencias devastadoras.
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